Deja que hable el viento, 2024
Una torre en medio de la naturaleza, lo que en arquitectura se llama una folie: un edificio caprichoso inspirado en los pabellones de verano de la aristocracia renacentista italiana, una fantasía dada a las licencias y a los encuentros clandestinos. Pero, en el tercer piso de esta torre, hay un mirador recubierto por una malla plástica. A través de ella, el paisaje exterior se ve brumoso. Sobre esa torre eligió trabajar Daniel Joglar porque los espacios siempre han guiado su producción. Creó una escultura móvil a partir de vacíos. De las hélices originarias solo quedó una corazonada. Suspendida en el mirador, la escultura móvil en lugar de conducir la mirada hacia afuera, imanta el paisaje desenfocado hacia adentro. Es un baño de extrañeza entre las copas de los árboles, una folie dentro de una folie.